Einat Wilf, nacida en Jerusalén hace 52 años, ocupó un escaño en el Parlamento israelí a inicios de la pasada década con dos partidos, el Laborista, primero, y el de la Independencia, después —este último, liderado por el ex primer ministro Ehud Barack, de periplo muy fugaz—. Las dos formaciones forjadas, a priori, en torno al escenario político del centroizquierda. No quiere decir esto que esta exdiputada se reserve crítica alguna hacia la izquierda europea por su postura ante el ataque de Hamás en territorio israelí el pasado 7 de octubre: “La razón por la que los partidos de izquierda en Europa siguen siendo antisionistas”, dice en una entrevista en el centro cultural Casa Sefarad de Madrid, “es que existe aún un legado soviético”. La URSS, señala Wilf en un discurso estructurado y en absoluto accidental, es el origen de un antisemitismo disfrazado de antisionismo que llega todavía hoy a los “círculos de la izquierda en Europa”.