« LOS CURITAS », UNA FAMILIA DE LADRONES.
En los años 20-30 del siglo pasado tres hermanos malagueños tuvieron aterrorizada a la población y en permanente estado de alerta a la policía. Antonio, Manuel y José París Bravo, conocidos también como « curita primero », « curita segundo » y « curita tercero », ya apuntaban maneras desde pequeños. El peor de todos era el mayor, Antonio, de quien se decía que « tenía malas entrañas ». Con 18 años recorría las calles de Málaga casi diariamente armado con un revólver atracando al que podía, y si algún vigilante le salía al paso, no dudaba en descerrajarle un tiro. Pasó diez años en el penal de Chinchilla, hasta que logró escaparse después de haber asesinado a otro preso. Después de una oleada de atracos , un agente se enteró de que Antonio había regresado a Málaga junto a su compinche « El Chato Espartero ». El inspector Aurioles descubrió que se escondían en una casilla de la calle Polvorista, pero los bandidos pudieron huir por los tejados al darse cuenta de la emboscada. La Guardia Civil pudo capturarlos en la Estación de Cártama, desde donde fueron trasladados de nuevo a prisión. Antonio murió en 1932 en una pelea con otro peligroso delincuente conocido como el « Matamoros », en la taberna que regentaba este en Pescadería. Manuel, « El curita segundo » era un descuidero, cuya carrera no fue demasiado larga y que acabó trabajando de limpiabotas. José era especialista en robar a las mujeres y a los ancianos. Actuaban solos, y cada uno tenía sus especialidades. Sus condenas fueron cortas porque se trataba casi siempre de hurtos de poca monta, pero cometidos diariamente.
Foto: calle Polvorista, años 40, Archivo Municipal de Málaga.