La enemistad entre Marruecos y Argelia no es nueva, y de hecho los dos países vecinos tienen rotas las relaciones diplomáticas desde el verano de 2021, y ambos aprovechan toda ocasión que se presenta para sacar ventaja frente al rival. La visita del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a Rabat de esta semana para reunirse con Mohamed VI no ha sido una excepción.

Además de la reiteración del respaldo de España al plan de autonomía marroquí para el Sáhara, que Argel rechaza de plano como principal valedor de las tesis del Frente Polisario a nivel internacional, Rabat ha puesto en boca de España un supuesto interés en varios proyectos a nivel regional promovidos por el monarca alauí que también chocan frontalmente con los intereses argelinos, como el gasoducto que iría desde Nigeria a Marruecos pasando por varios países del África Occidental.

El comunicado emitido por la Casa Real alauí tras la audiencia de unos 40 minutos que el monarca ofreció a Sánchez, quien estuvo acompañado por el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, recoge que el presidente reiteró su postura de que el plan de autonomía marroquí para el Sáhara es « la base más seria, realista y creíble para la resolución de este diferendo ».