Pedro Sánchez quiere frenar la sangría de votos y Alberto Núñez Feijóo aumentar el caudal de los suyos, pero los dos, en realidad, buscan lo mismo: el voto andaluz que les permita, no ya superar la prueba de las elecciones municipales del 28 de mayo, sino, sobre todo y por encima de todo, llegar hasta las generales (previsiblemente en diciembre) con garantías de éxito. Uno para permanecer en La Moncloa cuatro años más y el otro, para que el complejo presidencial cambie de inquilino.
La coincidencia este domingo en territorio andaluz de los líderes nacionales de los dos principales partidos -Pedro Sánchez en Málaga y Alberto Núñez Feijóo en Sevilla- despeja cualquier duda, si es que las había, acerca de hasta qué punto se juega en Andalucía el futuro de la política española y de cómo tanto el PP como el PSOE han puesto el objetivo de sus estrategias electorales en el votante de la comunidad andaluza.
Para Sánchez y para el PSOE, Andalucía ya no es el granero de votos siempre seguros en cada convocatoria electoral. La debacle del PSOE andaluz en los últimos comicios autonómico y el empuje arrollador del líder regional del PP y presidente de la Junta, Juanma Moreno, han socavado los cimientos del proyecto socialista y lo peor es que no está claro si se ha llegado al suelo.
En las últimas generales, las del año 2019, el PSOE prácticamente duplicó los votos del PP en Andalucía. El 34,23% de los electorales votaron a Pedro Sánchez, esto es más de 1,5 millones, mientras que el PP solamente logró el apoyo del 17,2% -785.1999 votantes-, por debajo incluso de Ciudadanos.
Pero en las autonómicas del 19 de junio de 2022, cambiaron las tornas y fue el PP el que duplicó los votos del PSOE, 1,6 millones frente a poco menos de 884.000.
Si, en líneas generales, se mantuviera esa tendencia, aunque no se calcaran los porcentajes, el PP tendría mucho camino ganado y el PSOE, por el contrario, tendría un serio problema para hacer realidad su ambición de seguir gobernando.